El Chapo Guzmán: el próximo capo de la televisión

La falta de información oficial fue el detonante: Joaquín El Chapo Guzmán se convertirá en una figura más de las producciones de televisión que tienen como personajes principales a los capos del narcotráfico de América Latina.

El sábado por la mañana, a las 09:54, la agencia de noticas Associated Press reportó como exclusiva, y firmada desde Washington, la información de que El Chapo había sido capturado en Mazatlán, Sinaloa, en un conjunto de condominios que horas después fue mostrado en una sola fotografía.

La noticia se confirmó hasta después de las 13 horas por parte del gobierno mexicano, pero horas antes la Drug Enforcement Administration (DEA por sus siglas en inglés), había ya charlado con medios de Estados Unidos confirmando la información. Y no, no estamos viendo un capítulo de ‘House of Cards’ o uno de ‘Breaking Bad’ en el que se ofrece contexto antes de hacer un arco dramático a favor de Walter White.

La captura de Joaquín Guzmán Loera se parece más a una negociación que llevó a cabo Frank Underwood como parte de su ascenso hacia la presidencia de Estados Unidos: maquinado y negociado con gran precisión, tal, que a cuenta gotas se reciben informes oficiales que aparentemente aclararán la captura, o no.

El personaje debe estar siendo ya desarrollado; la próxima telenovela de Argos seguro tendrá a un personaje esbozado por Epigmenio Ibarra y que se unirá a las historias que Telemundo está produciendo y transmitiendo desde hace años: ‘La reina del sur’, ‘Escobar: el patrón del mal’ ,‘El señor de los cielos’ y ahora ‘Camelia la Texana’.

La incertidumbre que generó la falta de confirmación de esta nota hizo que las teorías conspiracionistas se dispararan desde muy temprano: que si era El Chapo, que si no lo habían cambiado como a Mario Aburto, que si se trata del colofón de la visita de Obama a México, que si las negociaciones con el mismo capo llegaron a altos niveles de los gobiernos de México y Estados Unidos… Todas ellas, todas, abonan al posible guión de esa telenovela que seguro verá la luz pronto; incluso en este 2014.

¿Se puede entender el furor de una historia de este calibre dentro de una sociedad que está embelesada con la cultura televisiva y que encumbra a personajes tan populares como siniestros?

El Chapo Guzmán no solo será un personaje explotado por la televisión en sus noticieros o historias de ficción masiva; los tentáculos de su historia se verán incluso en esa narcocultura que está presente de manera perenne en la mexicanidad; se verá también en las series y películas que llegan a otros públicos, como el que se entristeció con el término de ‘Breaking Bad’.

Y escribiendo, en la radio se escucha un término adecuado para Guzmán Loera: “la celebridad del crimen organizado”, al tiempo que en las redes sociales se comparten fotos de personas que posan en la zona donde se dice se le capturó. Ahí, para la posteridad, está la publicación de Forbes que lo puso al mismo nivel de Pablo Escobar, quien también “engalanó” las páginas de esa revista de negocios y ricos en la década de los 80.

El cruce de la ficción y la realidad es cada vez más común, de tal modo que no se puede diferenciar, a botepronto, cómo se desarrollan las informaciones; pero menos fácil es la tarea cuando existe una secrecía oficial que permite que la especulación se haga presente y tome por asalto el momento.

Así, puesto desde esa óptica, también suena a un guión que se estaría viendo en una sala de cine o en streaming desde el viernes a media noche. La última información, como la novia o la quinceañera, fue la invitada que llegó al final, y que era además la más esperada: Enrique Peña Nieto confirmó que el capo Joaquín Guzmán Loera, El Chapo, fue capturado la noche del viernes en Mazatlán, Sinaloa. Minutos después, Jesús Murillo Karam, el procurador de la República, confirmó que sería trasladado a un penal de máxima seguridad, y después se supo que el destino de El Chapo sería el penal de máxima seguridad de El Altiplano, ubicado en Almoloya de Juárez.

Los escritores deben estar leyendo todas las versiones estenográficas, porque qué mejor ficción que la realidad que estamos viendo en forma de noticias.